jueves, 28 de octubre de 2010

Creer intensamente es obedecer luego.



Creer intensamente es obedecer sin demora. Un día, cuando Napoleón I estaba revistando a sus tropas en París, dejó caer las riendas de su caballo el cual corrió desenfrenadamente. Un soldado raso saltó de las filas, cogió las riendas y se las dio al Emperador. “Muchas gracias, Capitán,” dijo Napoleón. “¿De cuál compañía, señor” replicó en el acto el soldado tomando la palabra de su jefe. El Emperador, agradado por la presteza y completa confianza del soldado, le dijo: “De los guardas.” Y se fue en seguida, y sin volver a las filas, se presentó al oficial mayor de los guardas. Ellos lo ridiculizaron y le preguntaron con desdén qué hacía allí. “Vengo,” contestó orgullosamente el soldado “porque soy capitán de los guardas.” “Usted está loco” replicaron. “Él lo dijo,” contestó señalando a Napoleón. Y el lugar de honor le fue dado.

Foster´s Cyclopedia

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