domingo, 29 de agosto de 2010

Soy oveja, tengo Pastor

(Fotografía "La familia" Luis Beltrán)

Salmo 23

El Señor es mi pastor; nada me faltará.

En lugares de delicados pastos me hará yacer:
Junto a aguas de reposo me pastoreará.

Confortará mi alma;
Guiaráme por sendas de justicia por amor de su nombre.

Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno; porque tú estarás conmigo:
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

Aderezarás mesa delante de mí, en presencia de mis angustiadores:
Ungiste mi cabeza con aceite: mi copa está rebosando.

Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida:
Y en la casa del Señor viviré para siempre.
Vers. 1. El Señor es mi pastor. Es bueno saber, de modo tan cierto como sabía David, que pertenecemos al Señor. Hay una noble nota de confianza en esta frase. No hay un «si» ni un «pero», ni tampoco un «espero»; sino que dice: «El Señor es mi pastor.» Hemos de cultivar el espíritu de dependencia confiada en nuestro Padre Celestial.

La palabra más dulce de todas ellas es el monosílabo «mi». No dice: «El Señor es el pastor del mundo en general, y guía a la multitud de su rebaño», sino: «Jehová es mi pastor»; aunque no fuera el pastor de nadie más, es, con todo, mi pastor; me cuida, me vigila y me guarda. Las palabras están en tiempo presente. Sea cual sea la posición del creyente, ahora está bajo el cuidado pastoral de Jehová. C. H. S.

2 comentarios:

MORGANA dijo...

Maravilloso,sin más.
Un beso de regreso.

Flor dijo...

Amén.

Mil besos
Flor