sábado, 17 de julio de 2010

¿Temes a la sombra de muerte? ¿Por qué?

Salmo 23:4 "Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno; porque tú estarás conmigo: Tu vara y tu cayado me infundirán aliento."
Psalm 23:4"Even though I walk through the valley of the shadow of death, I fear no evil, for You are with me; Your rod and Your staff, they comfort me."
23:4 Hebrew גַּם כִּי־אֵלֵךְ בְּגֵיא צַלְמָוֶת לֹא־אִירָא רָע כִּי־אַתָּה עִמָּדִ
שִׁבְטְךָ וּמִשְׁעַנְתֶּךָ הֵמָּה יְנַחֲמֻנִי׃

4. Aunque pase por valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno. Este versículo delicioso ha sido cantado por muchos en su lecho de muerte y les ha ayudado a transformar el oscuro valle en claro día en su mente. Cada palabra del mismo tiene una riqueza de significado.

«Si, aunque ande», en que vemos que el creyente no aviva su paso cuando llega la hora de morir, sino que con calma va andando con Dios. Andar indica el avance firme y seguro del alma que conoce la ruta, su fin, y decide seguir el camino, se siente segura, y por tanto está perfectamente sosegada y calmada. El santo que muere no se apresura, no corre como si estuviera alarmado, no se queda quieto como si se negara a seguir adelante; no está confuso ni avergonzado, y por tanto sigue a su antiguo paso.

Observa que no es andando en el valle, sino por el valle. Nosotros vamos a lo largo del oscuro túnel de la muerte y salimos a la luz de la inmortalidad. No morimos, sino que dormimos para despertar en la gloria. La muerte no es la casa, sino el pórtico; no es el objetivo ni la meta, sino el pasaje a la misma. El paso de la muerte es llamado un valle. Y entonces no es «el valle de muerte», sino «el valle de la sombra de muerte», porque la muerte en su sustancia ha sido eliminada y sólo queda de ella su sombra. Alguien ha dicho que cuando hay una sombra tiene que haber luz en alguna parte, y la hay. La muerte se halla junto al camino por el que hemos de transitar, y la luz del cielo brillando sobre el caminante proyecta una sombra a nuestro paso; alegrémonos de que haya luz más allá.

Nadie tiene miedo de una sombra, porque una sombra no puede detener a un hombre en su camino ni aun un instante. La sombra de un perro no muerde; la sombra de una espada no mata; la sombra de la muerte no puede destruirnos. Por tanto, no hay motivo para temer.

No temeré mal alguno. No dice que no haya de haber mal alguno; había ido más allá incluso de esta garantía, y sabía que Jesús había eliminado todo mal; si no «no temeré mal alguno»; como si incluso sus temores, estas sombras de mal, hubieran desaparecido para siempre.
Los peores males de la vida son los que no existen excepto en nuestra imaginación. Si no tuviéramos más que tribulaciones reales, éstas no serían más que una décima parte de nuestras aflicciones presentes. Sentimos mil muertes al temer una; pero el Salmista estaba curado de la enfermedad del temor.
C. H. S.

2 comentarios:

Pericles dijo...

Muchas veces en vida cruzamos ese valle de sombra de muerte, pero tal como se expresa acá, no es mas que una sombra que no podrá detenernos en el tránsito a nuestro destino final.

Muy buena reflexión

Pericles

Ana María Fabio / Araunapeka dijo...

Gracias por el comentario, me alegra que compartas conmigo este lugar. Coincido plenamente con lo que expresas. Que gran alivio es leer estos textos, dan un nuevo significado a la vida y la sombra de muerte.

Saludos, Ana María