
Petrarca, el célebre poeta italiano, hombre famoso por su veracidad, se dice que fue llamado como testigo y ofreció hacer el juramento de reglamento, pero el juez cerró el libro y dijo: "La palabra de Petrarca basta."
De aquí podemos aprender cuánto se respeta a una persona que es conocida como veraz y en la contestación de Aristóteles vemos la maldad y el tropiezo de la mentira -
El expositor Bíblico.
Efesios 4:25 dice:
"Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo."
Bendiciones
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