Una buena memoria contribuye a un corazón confiado.
Así es como opera. Digamos que un motivo de preocupación se aparece en tu camino. El doctor decide que necesitas una operación porque ha detectado un absceso y considera que lo mejor es extirparlo. Allí estás tú, saliendo del consultorio. Te acaban de servir una copa de ansiedad, ¿qué vas a hacer con ella? Puedes depositarla en uno de dos recipientes.
Puedes vaciar esa mala noticia en la olla de la preocupación y sacar la cuchara, encender el fuego y revolver. Revolver y revolver, cocinar y cavilar, repasar y darle vueltas al asunto. En poco tiempo tendrás un potaje de pesimismo. Algunos de ustedes han estado alimentándose de este potaje por mucho tiempo. Tus amigos y familiares me han pedido que te informe que ese mejunje que te has empeñado en tomar te hace mucho daño.
¿Qué tal si pruebas algo diferente? El recipiente de la oración. Antes que se cierre la puerta del consultorio, entrégale tu problema a Dios, "Señor, recibo tu señorío. Nada viene a mí sin haber pasado primero por ti". Además, puedes añadir una porción generosa de gratitud. Tal vez no pienses en un león o un oso, pero sí puedes recordar aquella ayuda económica tan oportuna, aquel consejo tan beneficioso y hasta aquel cupo inesperado en el vuelo colmado a casa. Una simple mirada al pasado puede infundir fuerzas para enfrentar el futuro.
La parte que te corresponde es la oración y la gratitud. ¿Cuál es la parte de Dios? La Paz y la protección.
(Tomado del libro "Un cafecito con Max, de Max Lucado)
"Por nada estéis afanosos,
sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego,
con acción de gracias.
Y la paz de Dios,
que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús.
Feliz Año 2011
En la confianza que nos ofrece Dios
Bendiciones
Ana María
Araunapeka