sábado, 26 de junio de 2010

El amor que cambia vidas


Siempre me pareció que la mujer virtuosa de proverbios 31 es una mujer extraordinaria con muchas cualidades a destacar, tremendamente capacitada para muchas labores en la vida; sobre todo una mujer que es elevada en alabanza por su propia familia; por su esposo, por la comunidad donde vive, etc.


pregunta el autor ¿Quién la hallará?...


Este poema maravilloso, se dispone literariamente con cada uno de los veintidós versículos que comienzan con las veintidós letras del alfabeto hebreo en orden consecutivo; un acróstico que se recitaba de padres a hijos como una oración, para que las jóvenes aprendieran a considerar como norma de lo que es una buena esposa y para que los jóvenes tuvieran en cuenta al buscar a su futura esposa también. No hay dudas de que quien halle una esposa así, hallará el bien para su vida familiar. Quizá la cualidad de las cualidades que ella presenta, está en el verso 30 "La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada" he ahí el punto más sobresaliente de esta mujer.


Me quedé siempre sintiendo que al menos yo no alcanzaba todas las cualidades nombradas hacia esta importante mujer, me frustraba leer su inalcanzable (para mí) número de excelentes nombres...entonces busqué su contraste, el opuesto a una mujer así, me quedé aún más sorprendida del resultado.


En Juan 4: 1-26 tenemos una historia diferente, de una mujer opuesta en cualidades a la de proverbios; lo que más me llama la atención es la soledad en la cual ella se encuentra yendo al pozo al mediodía a buscar agua, algo que otras mujeres hacían a primera hora de la mañana. Ella de seguro evitaba toparse con alguien, quizá era despreciada, hablaban a sus espaldas o frente a ella con palabras duras; quizá su condición decía que esa era la única hora posible para que ella caminara sin sentir su vergüenza frente a todos los demás.


Max Lucado, haciendo una paráfrasis al texto dice:


El amor de Dios cambió a la mujer de Samaria.

Estamos hablando de una mujer que tenía una gran lista en su contra. Número uno:

discriminación. Es samaritana, odiada por los judíos.

Número dos: prejuicio por su sexo. Es una mujer despreciada por los hombres. Tres: está divorciada, y no una ni dos veces. ¿Dices que tres? ¿Cuatro? ¿Cinco? Cinco matrimonios fracasados. Y ahora comparte su lecho con un hombre que no le pondrá un anillo en el dedo.


Cuando analizo todas las cualidades, me imagino a una mujer sentada en el taburete de un bar, a punto de volverse loca. Voz ronca, aliento a tabaco y un vestido escotado arriba y corto abajo.

Ciertamente no lo más fino de Samaria. Nunca se te ocurriría ponerla a cargo de la clase bíblica para damas.


Por eso lo que Jesús hace nos parece tan sorprendente. No sólo la pone a cargo de esa clase, sino de evangelizar toda la ciudad. Antes de que acabe el día toda la ciudad ha oído hablar de un hombre que afirma ser Dios. "Me dijo todo lo que he hecho" (Juan 4:39), les dice, sin expresar lo obvio: "y me amó a pesar de todo".


Un poco de lluvia puede cambiar el tallo de una flor. Un poco de amor puede cambiar una vida.


(del libro, Un amor que puedes compartir de Max Lucado)


En conclusión, es el amor de Dios lo que hace especial a las personas, no los méritos propios, aunque hayan personas "con méritos propios" sin duda de ello. Pero ambas mujeres, ya sea la Virtuosa o la Despreciada, la principal cualidad que encuentro, es su capacidad para recibir a Dios en sus vidas y que sea el Amor de ÉL lo que haga la diferencia hacia el resto. Dios no desprecia ninguna vida, pues él es el dador y el restaurador de todas ellas. Me parece lo más hermoso a rescatar.


Bendiciones,

Araunapeka

Ana María Fabio